Arreglando el Mundo

Un científico vivía preocupado por los problemas del mundo y estaba
resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días y días
en busca de respuestas a sus dudas.
Cierto día, su hijo Benjamín, de tan solo seis años, invadió su
laboratorio decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por
la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Pero,
viendo que era imposible sacarlo del laboratorio, el padre pensó en
algo que pudiese entretenerle, con el objetivo de distraer su atención.
De repente, se encontró con una revista, en donde había un mapa del
mundo. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta engomada se lo
entregó a su hijo. Luego le dijo:
—Benjamín, como te gusta armar rompecabezas, te voy a dar el mundo hecho pedazos, para que lo repares tú
solo sin ayuda de nadie.
Calculó que a su pequeño hijo le llevaría varios días recomponer el mapa destrozado, pero no fue así. Pasadas
algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba con entusiasmo: —¡Papá, ya lo armé!
Al principio, el padre no creyó que su hijo hubiera terminado la tarea. Pensó que sería imposible que a su edad
lograra recomponer un mapa que jamás había visto antes.
Desconfiado, el científico detuvo lo que estaba haciendo y levantó la vista de sus anotaciones, con la certeza de
que vería algo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido
colocados en su debido lugar.
¿Cómo es que el niño había sido capaz de hacerlo? Entonces, cariñosamente, le preguntó: —Hijo, tú no sabías
cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste?
—Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo vi que del
otro lado estaba la figura de un hombre. Di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí
conocía y sabía cómo era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado el
mundo.

Para la reflexión personal y grupal:
-¿Qué enseñanza nos deja el desenlace de esta historia? ¿De qué modo interpretamos la resolución que el
niño encuentra al desafío que le ha planteado su padre? ¿Consideramos que, más allá de la inocencia propia
de su niñez, actuó sabiamente?
-¿Coincidimos con la moraleja del cuento, de que para poder arreglar los problemas del mundo, es necesario,
primero, recomponer al hombre? ¿Por qué?
-¿Creemos que es posible mejorar —aunque sea un poco— el mundo, el país, la ciudad, el barrio en el que
vivimos? ¿De qué manera y a través de qué medios estamos seguros de que lo lograremos?
-¿Nos sentimos utópicos, ilusos, soñadores ante quienes opinan totalmente lo contrario y reprueban nuestros
criterios? ¿Alguna vez nos hemos sentido cuestionados o perseguidos por pensar que aún es posible mejorar
nuestro mundo, nuestra Iglesia, nuestra comunidad, etc.? ¿Cuál es nuestra respuesta ante esto?

-¿De qué modo solemos reaccionar frente a las trágicas noticias del mundo actual, suministradas por los
medios de comunicación? ¿Preferimos desistir de la lucha y dar lugar al desánimo? ¿O, por el contrario, nos
fortalecemos convencidos de que, a pesar de las pocas herramientas que tenemos, vale la pena intentarlo?
 -Para cerrar esta reflexión, propongámonos alguna iniciativa personal o grupal para poner en práctica en los
próximos días.